Cuando me preguntan «¿A quién le darías el Premio Nobel de Literatura este año?» por lo general respondo siempre con el mismo nombre. Puede parecer un estribillo o un mantra innecesario, y para nada es así, pero todos los años siempre me avergüenza un poco indicar que mi autor favorito es Haruki Murakami.
Así que me gustaría empezar desde aquí, desde los orígenes: por las razones que, en mi opinión, han acercado a Murakami al Premio Nobel. ¿Cuáles son los rasgos característicos de su narración? ¿Dónde está su peculiaridad literaria?
El primer elemento es obvio para cualquiera que haya leído incluso diez páginas de cualquiera de sus libros: los mundos que componen sus historias son surrealistas. Sin embargo, nunca se colocan en una perspectiva distópica y alienante, el mundo de Murakami se basa en el simbolismo y cuyos personajes llevan a cabo sus acciones siguiendo un camino, basado en el entrelazamiento de su vida real y sus sueños.
En otras palabras, el curso de la formación de los protagonistas presupone su crecimiento en un mundo distorsionado, diáfano y, a veces, severo. Murakami basa su mensaje más importante en la dimensión onírica, en la dimensión de los sueños: el alter-ego, el Otro Mundo (el del 1Q84, por ejemplo), no son, como podría parecer, duplicados del mundo verdadero.
De hecho el grosor simbólico y la densa sensación de vivir en un sueño parecen surgir directamente de los propios protagonistas: son la declaración completa de no querer confrontar la vida, incluso a costa de perder las pautas y la orientación en algo paralelo y desconocido; incluso a costa de perderse en sus propios sueños.
Por consecuente, todas sus obras están plagadas de estos símbolos significativos. En Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, este símbolo seria el pozo sin fondo, donde el protagonista debe bucear para encontrarse a si mismo, o, en el caso de Kafka en la playa, nos encontramos con bosques que llegan a ser laberintos.
Básicamente estamos hablando de realismo mágico; El rasgo más interesante, sin embargo, es el análisis social que puede extraerse de los elementos surrealistas que conforman las novelas de Murakami. Cuestión en la que no me voy a adentrar, si no es con una copa de vino, tinto, por supuesto.
Una vez contextualizada la base que se mueve dentro de sus novelas, otro elemento interesante a subrayar es la contribución mitológica que el autor utiliza, fija y articularmente en cada trabajo, a través de recursos que se aplican de vez en cuando para explicar cuál es la función principal del mito: transmitir verdades existenciales.
En particular, Murakami usa animales mágicos y encantados, que hablan a menudo; guías dantescas a través de los pasajes críticos del Otro Mundo. Y los pasajes representan soluciones narrativas y formativas a través de las cuales pueden alcanzar un estado elevado de conciencia y madurez. Me refiero, por ejemplo, a las pruebas a las que se han de enfrentar: los bosques, las chozas perdidas, los pozos, los bares de jazz desérticos y los sueños (esta vez reales, internos). El hilo conductor es obviamente el camino de iniciación del protagonista a través de diferentes experiencias, a menudo caracterizadas por el paso a otras dimensiones.
Murakami crea un oxigeno peculiar que vincula todas las novelas y permite que los personajes y símbolos que pueblan sus universos mitológicos respiren y, por lo tanto, vivan. Las ráfagas que componen esta brisa son internas, y no hay duda de que el autor mantiene características japonesas.
Estas características, el autor, las escoge de dentro de toda la cosmovisión de la literatura japonesa contemporánea que se basa en el reconocimiento de la espontaneidad de las causas, entendida como la conciencia de que el origen de los fenómenos naturales y, sobre todo, de aquellos mágicos nace independientemente de la conciencia humana. por tanto, no es de extrañar que los personajes de Murakami viven la vida de forma pasiva, incluso huyendo de ella, provocando que se refugien en un largo sueño, que se hundan inconscientemente en él.
Estos elementos ayudan a descifrar la obra de Murakami: el autor esconde La Literatura en una dimensión en la que es realmente difícil rastrearla. Sin lugar a dudas, emerge una marcada espontaneidad, libre de andamios voluminosos. El hecho es que leer Murakami no es una acción demasiado lejos de soñar. El problema, en todo caso, radica en resurgir del sueño: ¿cómo podemos interpretarlo?
Independientemente de los gustos personales, encuentro que la obra literaria de Murakami debe ser recompensada con el Nobel por su habilidad extrema para describir los límites y la sensación de insuficiencia de la sociedad moderna mediante el uso de esquemas narrativos que combinan tradición literaria y simbolismo.
Ser capaz de contar la sociedad y su realidad con la literatura no es fácil. Hacerlo con un sueño disfrazado de literatura aún menos. Si lo consigues, eres el mejor.
2 Comments
Andres Hernández Rabal
Tras leer el artículo me apetece acercarme al autor, de quien no he leído nada. ??
La Ferdinandea
¡Gracias por el comentario! Estoy seguro que no te arrepentirás. Te aconsejo empezar por 1Q84, una de sus obras clave, llena de todos los elementos de Murakami que me han enamorado. Un saludo, Mattia.