La gestualidad es movimiento y promete siempre algo: quita de un lugar y introduce en otro. La gestualidad dicta otro horizonte y no hay nada, en él, que muera: solamente algo que nace. El movimiento dice que algo va a pasar, que ya está pasando. Y cuando el mundo se mueve, produce vida.
El mundo poético de David Yeste (Terrassa, 1969) está lleno de vida y extremamente dinámico: rostros que se contraen, movimientos susurrados, sentimientos reflejados en espejos y muchísima tensión que nunca se resuelve.
La periferia del gesto (La Garúa poesía, 2019) es un libro que hacía falta en mi vida. Un día, paseándome como siempre por las salas de La Central LLibreria, me encontré con este pequeño libro. Abrí una pagína de forma aleatoria (es el one shot, one opportunity de mi personal criterio literario) y leí un poema. Uno solamente. Si me cautiva, normalmente acabo comprando el libro. Si no, bueno… otros ya aprovecharan la obra. Yo no. Con David fue leer un poema y correr a la caja para comprar el libro. Fue amor inmediato y fulminante.
Para mí la gestualidad, en poesía, tiene un importancia peculiar; te voy a dar un ejemplo: Dante, en su Infierno, no toca a nadie y nunca es tocado por ninguna alma condenada. Nunca. Aunque, bueno, eso en realidad no es cierto. En el canto XV, dedicado a los violentos contra Dios (incluidos los sodomitas), Dante encuentra a una persona que constituye un episodio único en todo el poema. Una de las almas del grupo se acerca a Dante y lo jala por el borde de su túnica, gritando de asombro: el poeta lo mira bien y, a pesar de que su rostro está totalmente quemado por las llamas, lo reconoce como Brunetto Latini, escritor y político florentino y maestro espiritual de Dante. En un largo y amplio viaje de aislamiento gestual, este pequeño gesto, esta tímida extensión de la vestimenta del poeta para reunir y compartir un momento juntos, es de fuerza absoluta. Una llama en un bosque verde.
Porque un gesto, en primer lugar, es una manifestación individual y colectiva; algo que nos une a nuestro prójimo (o nos distancia) y crea una relación. Un poema de gestos, entonces, sirve para conectar nuestra naturaleza profunda e inconsciente a un mundo que se nos escapa. Un poema como La periferia del gesto habla de todos aquellos gestos que no llegan o no se pueden evitar hacer; gestos para hablar del mundo sin tocarlo propiamente. Gestos para hacer más gestos.
La poesía de Yeste tiene bien claro que los gestos son movimientos que antes de tener causa, tienen efecto. Y esa consecuencia la podemos notar en una mano que se aleja de nosotros, en unos brazos que se anudan entorno a un cuello o en cada molécula que compone este mundo que a veces nos mima y a veces nos excluye.
En la exclusiva parquedad poética alejada de lirismo que Yeste consigue crear en su La periferia del gesto he podido encontrar lo que creo que falta en la mayoría de las obras poética que se publican hoy en día; en un primer momento, escribiendo las notas para este artículo, quería decir: autenticidad. Pero, pensándolo bien, no es así: es algo más profundo, casi iconográfico. Su poesía es viento sobre la media luna, algo que se alza sobre la oscuridad y acaba apagándose en unos trémulos chasquidos. Algo que, con tantos gestos, irónicamente no se puede tocar. Es impalpable. Y maravillosa, cómo la fotografía de tus abuelos besándose.
He tenido la suerte y el honor de poder encontrar a David y hablar con él de poesía y de La periferia del gesto, gracias a su preciosa disponibilidad y gracias también a La Central, que me ha prestado su increíble sala de reuniones. Fue en ese espacio tan ameno y intimo, en el que pudimos dialogar sobre unas cuantas temáticas interesantes.
Aquí os dejo algunos momentos importantes de la conversación.
¿Cuándo empezaste en el mundo de la poesía? ¿Tienes algún ejemplo a seguir?
Empecé a leer poesía como todo el mundo, cuando tiene 13/14 años… leyendo a la gente después de la generación beat y también centrándome en todo el panorama de aquí. En particular me ha interesado siempre la temática de la nueva sentimentalidad, excepto, quizás, García Montero que es la cabeza más visible, pero me interesa muchísimo más por ejemplo Javier Egea, que admiro. Y luego todos los demás: Aguado, sobre todo. Siempre que me dicen «Recomienda un libro de poesía a alguien que no ha leído nunca nada», contesto: «Carta al padre» de Aguado, que es la manera perfecta de entrar en la tumba abierta de una poesía profunda y verdadera. Intento también ver por dónde van los tiros con todos los poetas nuevos, como yo. En fin, como con la música: intento escuchar un poco de todo.
¿Está muy relacionada la música con tu poesía?
Para mí, sí. Hay mucha gente que me ha dicho que tengo una manera de escribir donde el ritmo y la estructura son muy importantes. Pero en realidad yo nunca cuento sílabas, excepto en un experimento que hice con formas antiguas, con décimas y con octavas irreales y cosas así. Nunca cuento ni la extensión del verso ni casi la métrica o el ritmo. Pero al final acaba saliendo. Porque es algo que sale desde dentro, interno. Supongo que es debido a todos los años de ensayos y pruebas…
Hablemos de La periferia del gesto. ¿Cual ha sido su origen?
Yo intenté concebir el poemario como una idea unitaria y digamos que está escrito en una época en el que yo hice una cosa que no debería hacer nadie, o sea que desde el 2014 hasta la primera mitad de 2018 yo escribía uno o dos poemas al día. Fue por eso que este poemario estaba completado en tres meses. Luego vino la revisión, evidentemente, pero esta es la cronología básica.
¿Sigues con este ritmo de escritura?
Bueno, ahora voy un poquito más despacio (ríe). Dicen que la poesía le llega a quien la merece y mira, pues, me está llegando y estoy aprovechando la ocasión. Cuando llega, llega. Luego si merece la pena publicarlo, ya es otra historia.
Yo en realidad creo que esto es un don. Pienso en Simenon, en King, en Takuboku… y ya me gustaría ser tan prolífico.
Quizás hay que tener siempre algo que decir. Yo me pregunto eso, primero. Luego me pregunto: tengo algo que decirle a ella? (indica su chica). Y finalmente: tengo algo que decirme a mí? En una de estas tres calles acaba apareciendo algo.
¿Que tenías que decirte con La periferia del gesto?
El poemario nace como propósito de investigación sobre la relación entre gesto y comunicación y que pueden generar esas relaciones. Sin recepción de un gesto no hay comunicación. En cambio, cuando el gesto de un emisor se toca con el gesto de un receptor, hay vida. El sexo, por ejemplo, no deja de ser comunicación no verbal en su mayoría.
Dentro del poemario he encontrado tres tipos de gestualidad: gestos del cotidiano, gestos de la oscuridad y gestos de luz. Los primeros son los gestos de la vida diaria, más o menos amplios, gestos que de alguna manera contienen la metamorfosis de los símbolos de tu poesía. Los segundos son los gestos de una lucha contra el destino y de una aceptación salvadora de una distancia entre el poeta y el mundo que lo rodea. Y finalmente los últimos son aquellos que elevan el discurso a una dimensión social superior y restauran la armonía perdida. ¿Te encuentras con esta análisis?
Es curioso que lo digas porque no es algo que buscara cuando escribía La periferia del gesto. Pero es un análisis que encuentro muy fiel a la ideología del poemario y al final esa es la magia de la poesía: más allá de lo que diga el autor, siempre habrá una relación entre quien lo produce y quien lo recibe; y esa relación enriquecerá siempre el producto artístico.
David Yeste es músico, es artista, es escritor, y sin duda es un poeta que deberías leer. No te defraudará. Tendrás que leerlo a media voz, advertiendo los vacíos de las palabras y de los gestos: alguna verdad sobre nuestra existencia aparecerá delante. Y todo será un poco más claro.
David Yeste (Terrassa, Barcelona, 1969). Aparte de diversos premios de cuento y relato, fue galardonado con el X Premi Ferran Canyameres de Novel·la, con la obra Bots i Barrals (Baula,2003), y el Ciutat d‘Olot, con In nomine patria (La Galera, 2010). Así mismo, ha colaborado en numerosas antologías.Publicó, en febrero de 2014, su primer poemario, La maniobra de Heimlich (Playa de Ákaba). Es, también, antólogo y coautor de la antología de poesía Generación Subway (Playa de Ákaba, 2014). De 2016 son sus poemarios La despiadada frontera entre el silencio y el latido (Piediciones), No escribiré un bestiario (Ediciones Liliputienses) y 24 vintervariationer (Premi Miquel Martí i Pol 2016, Universitat Autònoma de Barcelona). Su último proyecto, la edición en 2018 del poemario Pintura roja y papel de fumar (In-Verso), y la producción del espectáculo poético Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos, junto al percursionista y compositor Pepe Ferrer. Gestiona el blog Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.
4 Comments
Pippo Bunorrotri
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La Ferdinandea
Muchas gracias por tu comentario 🙂
María
Una entrevista muy interesante que nos conduce a la reflexión y nos motiva a la lectura de la poesía de David Yeste.
Jaime Alberto Miranda Arroyo M.D.
Interesantes arti’culo y entrevista con el poeta del gesto, entre otros, David Yeste. Mas adelante comprare’ libros. Atto. saludo. Jaime Alberto Miranda Arroyo.
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